Un Gallito que da la milla extra como Estudiante Atleta
Por: Héctor A. Suárez De Jesús / Decanato de Estudiantes
Nota del autor: este escrito es el primero de una nueva serie, denominada “NOMBRE CREATIVO Y LLAMATIVO”. En NOMBRE LLAMATIVO IUPI al Día y el Decanato de Estudiantes estarán reconociendo la labor de estudiantes del Recinto de Río Piedras que se destacan por obtener excelentes resultados tanto en lo académico, como en actividades extracurriculares que varían desde el deporte hasta la investigación.
El término “estudiante atleta” genera altas expectativas, y Ángel J. Torres Montalvo, miembro del equipo de baloncesto de nuestro Recinto, cumple con todas y hasta las excede. Durante los pasados dos años Ángel ha sido, como sus compañeros, parte vital del equipo, pero su gestión como universitario no se detiene ahí. En entrevista con IUPI al Día, el compañero reveló sus aspiraciones y la motivación que sirve de vela para navegar exitosamente los retos de estudiar a la vez que se desempeña como baloncelista.
La trayectoria deportiva de Ángel comenzó a sus 9 años, aunque previamente había practicado la pelota, el taekwondo y el voleibol. La desaparecida liga Prebac, de Caguas, vio sus primeros canastos. Luego ingresó a una liga en Gurabo, en la cual compitió hasta su integración a Bucaplaa, en Guaynabo. Luego de su admisión al Recinto de Río Piedras, Ángel comenzó jugar a nivel juvenil y preparatorio, sub-21/sub-22, trasladándose al club GBA. Allí coincidió con Grimaldi Maldonado, entrenador y oficial de programas en el Recinto de Río Piedras.
El renombre de la IUPI, tanto en el ámbito académico como en el deportivo, en conjunto con su proximidad al municipio de Caguas, fueron los estímulos que le llevaron a solicitar admisión. Ya siendo estudiante regular, Torres le comunicó a Grimaldi Maldonado, su interés en formar parte del equipo. La experiencia de Ángel como estudiante atleta ha requerido muchísimo sacrificio, pues el nivel de competencia en este ámbito es elevado. No obstante, todas las dificultades no superan, en su opinión, lo gratificante que resulta ser llevar los colores de su Universidad. Más allá de lo negativo, ser deportista universitario tiene como consecuencia positiva la posibilidad de que surjan gran cantidad de oportunidades a nivel profesional.
La posibilidad de combinar estudios en ciencias políticas y economía con una carrera en el baloncesto universitario, bajo la tutela de Maldonado y Danny Ortiz, fue irresistible para este joven atleta. Pese a que unidades del sistema UPR como la de Cayey y el Colegio de Mayagüez cuentan con ofrecimiento similares, la reputación del sexteto riopedrense fue un determinante en su decisión final. Torres destaca elementos como la química entre miembros del equipo, su actitud hacia el deporte y la competencia y el modo estricto en que se cumple con las prácticas como fuente vital de su éxito.
Independientemente de lo difícil que ello pueda sonar, la aptitud de este estudiante para el deporte está a la par con los resultados de su faena académica, que incluye, para empezar, una doble concentración en ciencias políticas y economía. Danny Ortiz como un gran ser humano y un excelente estudiante que trabaja con entrega y compromiso. Calificó como valioso su desempeño en el equipo, razón que intensifica el vacío que dejará próximamente. Como si eso no fuera suficiente, Ángel recién culmina su participación en el Internado Legislativo Jorge Alberto Ramos-Comas de la Asamblea Legislativa de Puerto Rico, experiencia que le permitió poner en práctica los conocimientos que ha adquirido en la Facultad de Ciencias Sociales.
Para complementar el aprendizaje de este internado, el politólogo fue seleccionada para formar parte de otro internado, este en el Congreso de los Estados Unidos, durante el segundo semestre académico 2014-2015. En esta y otras gestiones ha contado con el apoyo de Maldonado y Ortiz, quienes están conscientes de la importancia que tiene el ámbito académico en el proceso de forjar individuos de provecho que lleven sus destrezas a nivel profesional. En medio de su cuarto año académico, nuestro compañero ya no llevará el gallo en el pecho de competencia en competencia, pero lo tendrá siempre bajo su chaqueta mientras actúe como embajador del Recinto y de Puerto Rico en ese foro.
Al preguntársele sobre las medidas que ha tomado para mantener un balance entre el deporte, la academia y su vida personal, Ángel responde que “Al principio de la temporada lo conversamos con Danny y con Grimo y ellos me decían que era difícil porque el que mucho abarca poco aprieta, eso es una realidad.” Tanto abarcó, que en un momento determinado tuvo que renunciar a su trabajo para cumplir con las responsabilidades de otra áreas. Su sentido de responsabilidad, su dedicación y el deseo que tiene de alcanzar la meta son herramientas que le han permitido sobrevivir en este entorno. La gratificación que siente al ver, cada abril, que el trabajo ha valido la pena es recompensa suficiente para el baloncelista. Su consejo para quienes aspiran a ser estudiantes atletas es que piensen bien esa decisión y que, de aceptar el reto, le “metan el pecho” y adopten el etos de trabajo que, en su opinión, es lo más grande que le ha enseñado el deporte.
Ángel culminó la entrevista haciendo énfasis en la importancia de proyectos pioneros, como IUPI al Día. Proyectos que evoquen “en los estudiantes un sentido de pertenencia. Y en los mismo atletas: evocar en ellos que son escuchados, que son vistos, que son promocionados. Es bien necesario y es bien pertinente que se tenga este tipo de proyecto, porque ellos también necesitan -nosotros, verdad, identificándome- necesitamos saber que alguien nos ve, nos escucha, nos viene a ver. Este trabajo que nosotros hacemos es bien gratificante, cada vez que venimos y vemos esas gradas llenas, vemos que nos apoyan, eso también promueve el que nosotros vengamos todas las noches, todas las tardes, todas las mañanas a seguir trabajando para lo que queremos y para representarlos. Finalmente lo que nosotros llevamos en el pecho, una Jerezana o un Gallo, es para la Universidad.”