Las Hadas del Teatro Universitario
Por: Rafael O. Chaves-Otero y Melva Y. García-Baello / IUPI al Día
Mucho se habla de la magia y el misticismo del drama y el teatro que se hace en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras; los elegantes vestidos, deslumbrantes, y sofisticados, pero pocos saben del ejército de costureras detrás de cada puesta.
Clarita, Geno, Anisa, Doña Felipita y Ramonita son claro ejemplo de lo que es un regimiento de hadas, la magia la crean con sus manos, sus detalles cuidados a la perfección, hacen que la interpretación y los diseños de las producciones del teatro universitario sean excepcionales.
Entre telas, agujas y memorias
Unidas, pícaras, sonrientes y joviales, así son las trabajadoras de la aguja del taller de vestuario del Teatro de la Universidad de Puerto Rico. Clara y Genoveva Tirado Viera, Felipa Mariño Gutiérrez, y Anisa Masih Mariño, se complementan y colaboran unas a otras en el arte de coser, transformar, teñir, reusar y construir cada pieza que utilizan los actores y actrices del Departamento de Drama y Teatro Repertorio.
Clara y Genoveva, son hermanas, y llevan 27 y 28 años respectivamente, trabajando en el taller. Antes de dedicarse a la costura, eran amas de casa, esposas y madres a tiempo completo. Se encargaron de la crianza de sus hijos, época que aún atesoran y recuerdan con mucho cariño. Las hermanitas, como cariñosamente se llaman entre sí, le contaron a IUPI al Día que fueron inspiradas por su madre, quien les cosía su ropa desde pequeñas y les enseñó el oficio. Genoveva, recuerda que desde temprana edad confeccionaba su ropa: “a los 14 años me hice mi primer traje, yo veía a mi mamá cosiendo, como la gente de antes era bien conservadora, me lo hice sin mangas… por poco me lo estrujan en la cara”, recuerda con picardía. Asimismo, tuvieron la oportunidad de hacer los vestidos a sus hijos, cuando salían en obritas y actividades escolares.
Antes de casarse y de trabajar en la Universidad, Genoveva, trabajaba en fábricas de trajes, en otras que hacían ropa de hombre, polos y ropa interior. “Luego me enamoré y llevo 61 años de casada, tengo 4 hijos, 8 nietos y 8 biznietos”, aseguró con gran simpatía. “Esta es mi diversión”, dice Genoveva, no sale al cine, ni a fiestas, llegar al Teatro es su todo, hasta que Dios quiera como afirmó.
Genoveva de 81 años y Clara de 76, aseguran que nunca tomaron cursos formales de costura. “Aprendí con mi mamá y seguí. Yo una vez le hice una guayabera a mano a mi hijo pequeño, porque no tenía máquina de coser” expresó Clara, la menor y más tímida de las hermanitas. Geno, contó que: “después que nos pusimos viejitas, cada vez que aparecía una clase, llamaba a mi hermana y le decía, Clara vamos a tomarlas. Aprendimos un poco de mundillo, yo no soy muy experta, aprendí a tejer, tomé clases de floristería y siempre me gustaron las manualidades”, contó la sexta de 14 hermanos. Jamás imaginaron que iban a trabajar en la Universidad. Nos explicaron que llegaron a la IUPI por casualidad. La persona que trabajaba en la lavandería se fue y un trabajador de recursos humanos, que era como un hermano para ellas, llamó a Geno y ya van casi tres décadas de ese acontecimiento.
Más que madre e hija, colegas
Felipa Mariño Gutiérrez y Anisa Masih Mariño, madre e hija, juntas confeccionan patrones, trajes y vestuarios para las presentaciones, dirigidas por el diseñador y director Miguel Vando.
Mariño Gutiérrez, quien está próxima a cumplir sus 89 años, antes de trabajar en el Teatro, en el cual lleva 15 años, hacía de todo, trabajó en todas las fábricas de Puerto Rico, asegura. Por su parte, Anisa su hija, desde hace 7 años siguió los pasos de su progenitora y ejerce funciones en el mismo lugar.
Una de las mayores satisfacciones que siente doña Felipita, es ver a los estudiantes en escena con los vestuarios que fueron su creación, asegura que se siente más joven, que los estudiantes y sus ideas así la hacen sentir.
Por su parte, Anisa, explicó el proceso de creación que siguen, indicando que: “los diseños de acuerdo a la obra, a veces vienen directamente donde nosotras, ciertos personajes, si hay alguna duda lo hablamos con Vando, si tenemos una interpretación se lo comunicamos a él, es importante entender la época”. Felipa hace los patrones, de ser necesario ellas se encargan de alterarlos y adaptarlos a cada estudiante. Se siente muy bien trabajando con su madre, aprendió a coser con ella; también tomó cursos en la materia hasta obtener varios diplomas.
Masih, asevera que cuando llegó al Teatro, había ciertos detalles, que le resultaban curiosos. Les preguntaba a sus compañeras, “¿ustedes nunca van a los ensayos, ni la obra?” Sus compañeras no leían las obras, Anisa, las leía para estar familiarizada, las analizaba, veía los cambios que hay cuando se lee, veía los ensayos y como podía ayudar a la utilidad del vestuario en escena.
Un equipo de trabajo, una familia extendida
Su inspiración y alegría son los estudiantes. Se han convertido en sus abuelas, bisabuelas, tías, madres y amigas. Los ayudan cuando van al taller, se llevan bien y ellos también con ellas.
Todas cosen, y se ayudan mutuamente. Son bien unidas todas, la dinámica es muy buena, cada cual sabe lo que tiene que hacer y, depende de la prisa que haya, trabajan varias cosas a la vez.
El ambiente de armonía se percibe desde que entras al taller. El diseñador Vando, por su parte, a veces se sienta en una máquina y cose con ellas. Geno explica: “yo le digo, yo cosí esto así, era de esta forma y era de otra, pero él, en ese momento no lo visualiza, lo ve desde su punto de vista. Poco a poco va avanzando. El corre y corre, en el taller, siempre está”, aseguró.
Las costureras tuvieron la oportunidad de trabajar con la reconocida teatrera Gloria Sáez y confiesan haber aprendido mucho con ella.
Un hada apasionada de la actuación, la enseñanza y el teatro
Ramonita Toro Morales, cuando era estudiante iba al taller de vestuario a colaborar como todos sus compañeros, sin imaginar, que iba a pasar los próximos 24 años de su carrera teatral a cargo de la selección, planificación, y coordinación de los vestuarios en el Aula Magna de la IUPI. Coordina el equipo para los ensayos generales, las funciones, maneja los aspectos administrativos, los materiales, y trabajar de lleno con las costureras.
Vive y disfruta, la actuación, el teatro y la enseñanza desde que era estudiante del Recinto. Con voz pausada, ésta trabajadora incansable, nos contó como realizó trabajos artísticos; como actriz, participó en varias novelas de televisión. Más adelante, realizó una maestría en artes escénicas y teatro educativo en la Universidad de Nueva York (NYU
Cuando era estudiante en la UPR, trabajó en el taller de teatro por estudio y trabajo, de la mano de Gloria Sáez, directora en ese momento. También trabajó vestuario con el afamado maestro Mario Pabón en el canal 6. Diseñó y puso en marcha el programa de Drama del American University de Bayamón.
“Soy la responsable de todo el vestuario, si hay que lavarlo, cambiarlo, hay vestuarios que requieren de ayuda para ponérselos, tengo que estar en los cambios de 5 segundos y el equipo de trabajo que colabora es muy importante”, expresó la teatrera.
“Yo adoro la actuación y lo más importante para mí es cuando viene un estudiante y me dice ‘gracias por lo que aprendí, por lo que me enseñaste’, esa es mi mayor gratificación. Eso quiere decir que estoy aportando” añadió. El Teatro es como su hogar, lo único que le falta, es dirigir, tarea que asegura sus estudiantes, la han motivado en varias ocasiones a ejercer, pero por falta de tiempo no ha ocurrido.
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Fotos por Héctor Suarez De Jesús
Nota: Esta es la primera entrega de una serie que recoge historias excepcionales dentro de la Universidad.